25 de julio de 2007

A FRIDA ENAMORADA

Camarada de luchas
esas que empiezan, cuando
todos dejan de luchar.
Compañero de derrotas constantes,
cuando vemos que nadie entiende
el sentido de nuestro andar.
Amigo combatiente,
que conoces a fondo
mi sentir, mi pensar.
Cuantas noches te regalo sueños
que aún no logro realizar.

Aprendimos a escucharnos
en noches de tertulia,
donde las frases giraban
al compás de debates y teorías,
de mentiras que nos llevan
a buscar la verdad.

Cuantas veces te nombramos;
sin saber, si quiera
si existes en verdad,
todos te tenemos,
todos te admiramos,
y ni siquiera sabemos
si tus palabras
plasmaremos en realidad.

Como Fidel para el Che,
como el Engels para Marx,
como Assad para Jaime,
como Jesucristo para Juan.
Te llevo dentro,
como guia, como maestro,
como gurú, quizás.

Tu me entiendes
y me cuidas
encaminas mi correcto accionar.
Sin embargo, que pecado es amarte
quizás no deba,
quizás te pierda,
pierda tus luces, tu sabiduría,
tu verdad.

Fue inevitable,
te descubrí entre pocos
como al solo ser
que pude admirar
y estabas tan lejos
que mi entupida conciencia
refutaba mi sentir
insultaba mi cordura
y me tachó de banal.

Te entregué el corazón
aunque te supe imposible,
y aún así
lo entregué una
y mil veces más.

Es verdad que mi razón
pesa más, que el corazón
pero es, ese pequeño órgano
quien controla mis sueños
aquello que,
lejano al pensamiento
se embarca en la utópica agonía
de tenerte conmigo
por el resto de mis días.
A ti Frida Khalo, por tu amor, por tu lucha constante contra el dolor y el desamor mundano, por que me reflejo en tu pensamiento revolucionario y defensor de las masas y por que al igual que tú sé lo que es entregar todo para sentirse total y profundamente plena como ser humano, te dedico estos pequeños y sencillos versos que se hubieses entendido pues transmiten ese sentir de un amor que te costó más que lágrimas la propia vida. Por que sé que a ese hombre le entregaste más allá de tu juventud, tu vida entera.

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